Era tan seguro de sí mismo, tan sensual.
Desconocía que cuando el hablaba
yo moría de a poco.
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Pasaban esa canción.
Todos bailaban y reían.
Yo no podía evitar el llanto.
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Niña y todo,
te veo y deshojo para vos
mil margaritas.
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Todavía recuerdo
con lejana ternura
los días en que tu pecho era mi almohada.
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Te miro y tiemblo.
Esos lugares que todavía
logran estremecerme.
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Bailo para vos,
mientras bebes del aire
que dejo al pasar.
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Nunca logré desprenderte
de las mañanas de provincia
y los besos en la espalda.
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Y sin embargo
dejaste en mí
el sabor de colores mágicos.
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Blues los miércoles,
jazz los jueves:
tenemos asegurada la felicidad momentánea.
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Había una vez,
dos personas extrañamente felices:
siempre sospeché de los humos y las risas.
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(pequeños versos sueltos, que no encontraron par y quieren brindar conmigo.)
brindopornosotros